Roberto Hume: una leyenda del Golf Argentino

7/04/2014

ROBERTO HUME: un gran aficionado del golf argentino

por Horacio J. Berthe con notas de Javier Pintos

Colaboraron con anécdotas: Roberto Benito, Eugenio de Bary, Pancho Etcheverry, Peter Stanham, Jorge Eiras

 

Bob fue un personaje increíble, su swing de una plasticidad maravillosa. Colocaba sus manos muy bajas en el adress  sobre todo con los hierros. Las mismas casi a la altura de sus rodillas. Cuando cierta vez se lo hice notar, me contesto que no era que  sus manos  se encontraban muy bajas sino que lo que sucedía era que tenía rodillas muy altas.

Era un placer verlo jugar .Sobresalía por su juego con los hierros y la precisión de su juego corto. Manejaba todo el repertorio de tiros necesarios, altos, bajos, con pool, con slice.

JP: Me toco jugar 2 veces con Bob ya grande, pasados los 70 años y ambas veces jugo bien. Si bien Yo era muy chico, admire la facilidad que tenía aun a su edad. Sus scores fueron 74 y 76 gross en Playa Grande.

Su aspecto era muy ingles, de buena estatura, usaba bigote, sus orejas un poco paradas, caminaba muy suelto  revoleando un poco sus pies pisando hacia adentro con sus zapatos Lotus.

Cuando lo conocí vivía en Misiones y veraneaba en Mar Del Plata. Durante prácticamente todo el año no jugaba golf, salvo algunas escapadas esporádicas a la cancha de Posadas. Administraba una propiedad familiar. Entre su casa y su oficina tenía una distancia equivalente a la que se alcanzaba en ese entonces con un hierro siete. Todas las mañanas tomaba
cuatro pelotas y las arrojaba en dirección a la oficina y por las tardes cuando terminaba su jornada laboral volvía a tomar el hierro siete y ejecutaba los cuatro golpes en dirección a su casa.

En Mar Del Plata se instalaba durante dos meses y jugaba golf todos los días. Por las mañanas practicaba tirando pelotas y en el putting green; y por las tardes  jugaba dieciocho hoyos. La playa no existía  para Bob.

JP: en una de mis primeras visitas, me pasé una tarde con el jugando y lo que mas impresionaba ademas de su golpe en el green era el control de distancia que tenía en los difíciles greens de Playa Grande siendo ya mayor a 70 años.

Sostenía que si uno en el momento de ejecutar un golpe mantenía la cabeza inmóvil el mismo debería salir invariablemente recto sin desviarse ni a derecha o izquierda. Para lo cual había ideado que atando una boina a una caña y esta  amurándola a un árbol de tal manera de permitir con la boina puesta ejecutar un golpe se cumpliera que el tiro saliera recto.

Puso de moda una práctica que luego muchos de nosotros usamos de que previamente a mirar la línea de un putt era necesario tomar como referencia una línea recta. Para lo cual miraba la línea del horizonte en
el mar. Verlo con cara de concentración oteando el horizonte era realmente un espectáculo. Cuando jugaba con público parecía en esos momentos  como si se encontrara en otro mundo atravesando un transe donde
nada lo podía distraer.

Cierta vez se le ocurrió que clavando las uñas en el grip del putt obtenía un mejor golpe sobre el green, entonces comenzó a dejarse las uñas de sus dos dedos pulgares un poco más largas para poder afirmarlas.

También sostenía que era muy importante imaginar previamente el golpe a ejecutar y la trayectoria que haría la pelota. Cierta vez jugando con Roberto De Vicenzo en  Mar Del Plata su pelota descansaba en el bunker de la izquierda del green del hoyo siete. Había bastante público pues siempre que Roberto jugaba era así. El golpe que enfrentaba era sumamente delicado,  Bob se metió en el bunker y comenzó a describir con su mano derecha lo que eventualmente seria la trayectoria de la pelota,ante los ojos atónitos de todos los presentes. El golpe fue perfecto y la pelota quedo a escasos centímetros del hoyo.

En otra oportunidad comenzó a quejarse que con los zapatos de golf puestos no podía tener una sensación correcta sobre él green y que necesitaba descalzarse para que sus pies sin interferencias palparan en forma directa su textura y aumentaran su sensibilidad con el putt. Cuando comenzó a implementar esta teoría durante un Abierto del Sur de la
República finalmente las autoridades del torneo no tuvieron más remedio que llamarle la atención por lo que demoraba en sacarse y volverse a poner los zapatos en cada Green.

Estaba convencido que su swing era tan bueno y con tanto ritmo que beneficiaba a  sus contrarios que terminaban jugando todos muy bien por el solo hecho de mirarlo. Se desvelaba pensando que debía inventar un swing todo desarticulado y eficiente que no les diera esa ventaja a sus adversarios.

Cierta vez me paso a buscar en una pick up carrozada para ir a jugar a la cancha nueva del Mar Del Plata Golf Club. Había muchos autos, el camino era estrecho y le molestaban los ciclistas que le impedían avanzar. Entonces me dijo que había que inventar un dispositivo por el cual apretando un botón junto al volante se accionara un brazo mecánico con un guante de box en su extremo que se desplegara por delante del vehículo y que suavemente apartara a los ciclistas empujándolos a la banquina.  

Luego de ese comentario me miró, me pregunto mi edad y  si a mí me parecía que él era un viejo. Por supuesto que le conteste que no, por otro lado yo lo admiraba. Seguidamente me conto que cuando tenía mi edad, Mariano Demaria Sala (Maneco) tenía la edad actual de él y que le parecía un viejo. Esto sucedió durante el mes de enero. Sobre fin de febrero como
todos los años se jugaba el Abierto del Sur de la República y ese año Bob punteaba por delante de los profesionales luego de los primeros 36 hoyos pero por un  error de anotación en su tarjeta hizo que fuera descalificado.

 En ese entonces el que se encontraba a cargo de la concesión del restaurante del club era un señor de apellido Caraciolo, quien se ubicaba detrás de la caja registradora a la salida de la cocina y frente  a la cual había una mesa donde  a los socios por los cuales tenía predilección invitaba a tomar copetines acompañados por una buena picada. Bob se encontraba tan descorazonado por su descalificación que Caraciolo no encontró mejor manera de aliviarle el mal momento por el que estaba atravesando que servirle un trago seguido de otro. Al rato cuando el alcohol había comenzado a producir sus efectos apareció Maneco y Bob lo
encaro diciéndole;

-Maneco, hace muchos años te pregunte tu edad y me dijiste que tenias los
años que tengo en este momento y pensé que eras un viejo de mierda. Bueno
gracias a Dios yo no soy un viejo de mierda.

En el año 1966 fui designado por la AAG para integrar un equipo junto con Jorge C Ledesma, Ángel  R Monguzzi,  Jorge  Eiras y Roberto Hume para disputar la copa José P Urioste en Montevideo. Partimos como era costumbre en esa época en el vapor de la carrera que realizaba el cruce del rio de La Plata durante la noche. Me toco compartir el camarote con Bob .Llevaba un pequeño bolso de mano que abrió para mostrarme su contenido que consistía en todo tipo de objetos inimaginables desde un silbato para llamar pájaros hasta herramientas  y medicamentos. Le pregunte  sorprendido para que había traído todo eso .Me contesto que cuando se realizaba un viaje podía llegar a producirse algún imprevisto que hiciese necesario el uso de alguno de los objetos de su bolso. Luego ante mi sorpresa se enfundo en un camisón blanco con puntillas antes de acostarse.

Nos impusimos ampliamente ante el equipo uruguayo que estuvo representado por Francisco Echeverry, Peter Stanham, Pablo Paullier, Víctor Paullier y Francisco Vidiella (Parrapa).

JP: El Gran Pancho Etcheverry jura que en 1966 la Copa la Gano Uruguay y muy noblemente como en un deporte de Caballeros, Horacio Berthe asume que puede ser un error en el año del cuento y puede haber sido 1967 o 1968, ya que las dos veces que jugó la Copa la ganó.

Terminado el torneo Jorge Eiras nos invito a retornar a Buenos Aires en una lancha que había dejado en el verano en Montevideo. Todos aceptamos el convite salvo Jorge Ledesma que prudentemente prefirió un avión de línea. El día de la partida ese gran hombre que fue Cucucha Echeverry que en ese momento era presidente de la Asociación Uruguaya de Golf nos llevo al
embarcadero. El primer inconveniente se produjo pues  los papeles de salidas se habían hecho para dos personas y éramos cuatro con lo cual dos de nosotros  debimos embarcarnos clandestinamente. Cucucha se quejaba de que estábamos locos, me hizo comprar dos botellas de agua mineral pues se dio cuenta que ni agua llevábamos y luego nos llevo a un segundo
embarcadero por donde nos pasó a buscar Jorge con la lancha. Esta se encontraba provista de dos motores fuera de borda, con lo cual si alguno fallaba tendríamos la posibilidad de continuar con el otro.

El plan de navegación era bordear la costa Uruguaya hasta Colonia desde donde cruzaríamos a Buenos Aires. Al cabo de dos horas y cuando nos encontrábamos a la altura de la localidad Uruguaya de Puerto Sauce, los motores comenzaron a detenerse.
Luego de una investigación concluimos que nuestro capitán había calculado mal la cantidad de combustible ya que los tanques se encontraban completamente vacios.

Improvisamos unos remos pero en vez de avanzar retrocedíamos pues la corriente tiraba rio afuera. El Negro Monguzzi se quejaba que si hacía mucha fuerza  con los mismos se le pudiese resentir un brazo que le había sido operado luego de un terrible accidente que había tenido en una carrera de  autos de formula 1.

Jorge atado con una cuerda y con una tabla redonda de skate se arrojo a las aguas heladas intentando nadar hacia la costa y que poniendo la tabla perpendicular en el agua, nosotros tiráramos  de la cuerda y poder avanzar. Por supuesto la corriente lo alejo en la dirección opuesta y rápidamente tuvimos que volverlo a subir a bordo.

Luego ideamos arrojar el ancla lo más lejos posible en dirección a la costa para que cuando se afirmara en el lecho del rio tirar para avanzar. Pero el tiempo que esto llevaba sin estar fondeados  terminaba alejándonos cada vez mas. Finalmente decidimos que lo conveniente era fondear y hacer señales de luz pidiendo auxilio. Fue entonces, cuando se necesitaron unas herramientas para aflojar los bornes de una batería, que Bob con satisfacción y mirándome abrió su bolso de chucherías y extrajo
una llave pico loro.

Todo lo que intentamos fue infructuoso. Las horas transcurrian y el tiempo empeoraba. Se levanto una fuerte sudestada y al estar fondeados la lancha cabeceaba peligrosamente. Finalmente la lluvia se hizo presente. Encontramos una lona con la cual cubrir la lancha y poder refugiarnos bajo ella, pero como esta filtraba tome mi equipo de lluvia de uno de los bolsillos de la bolsa de palos y me lo coloque.

Bob dijo que había que alimentarse para conservar las fuerzas, volvió a abrir su bolso mágico del cual extrajo un chocolate, separo una de las barras del mismo y la dividió en cuatro pedazos dándonos uno a cada uno.

Se hizo de noche y desde donde nos encontrábamos podíamos distinguir las luces de los autos que circulaban por los caminos costeros pero nadie veía nuestras señales luminosas. Agotados decidimos descansar para lo cual nos dividimos en turnos de guardia tocándome el primero.

Cuando amaneció el viento milagrosamente cambio, soplando en dirección a la costa uruguaya. Desplegamos entonces una sombrilla de playa junto con los paraguas de golf y comenzamos a movernos muy lentamente en dirección a  tierra firme. Bob se aferro  a la sombrilla que era nuestra vela mayor y no la soltó por espacio de seis horas pese a que nos ofrecíamos para
reemplazarlo y que pudiera  descansara.

Encallamos a unos mil metros de la playa donde se nos acerco muy gentilmente un gaucho a caballo a quien le fuimos pasando de a una las bolsas de palos para aligerar la carga y de esa manera pode arrimarnos lo suficiente a la costa para terminar de descargar las valijas y amarrar la lancha.

Cuando ya nos encontrábamos todos en tierras se presento un encargado de la prefectura uruguaya en un Ford T que luego de interrogarnos de quien éramos y de dónde veníamos se ofreció a llevarnos.

Jorge planteo quien lo acompañaría ya que debía continuar con el viaje pues no podía abandonar la lancha en ese lugar. Unánimemente nos negamos a volvernos a subir.

Luego de procurarse un bidón de combustible nuestro intrépido capitán partió en dirección a Puerto Sauce donde luego de un comienzo de incendio en uno de los motores finalmente se convenció que había llegado el momento de abandonar la embarcación y retornar a Buenos Aires por algún medio de transporte convencional.

El resto de nosotros una vez que Jorge hubo partido nos montamos en el Ford T con todo nuestro equipaje y luego que el conductor lo pusiera en marcha con una manivela que salía del motor por delante del auto, nos pusimos en camino.

JP: Jorge Eiras leyendo el relato nos agrega un par de detalles: uno es que Bob fue muy valiente y se las rebuscó bastante bien para asistirlo mientras a los otros dos lo que los dominó fue el posible miedo a morir. Luego nos detalló algunos factores tecnicos de la navegación y los vientos para justificar su accionar al cuál en el día de hoy aún esta convencido de haber actuado bien. También nos destacó como con el Negro Monguzzi arrancando cables improvisaron una manera de mandar el SOS en Código Morse. Y por último se justifica en la falta de combustible diciendo que era 1 de Mayo y estaba todo cerrado y le creemos!

Bob me aseguro que ni bien llagara a Buenos Aires iba a cambiar su pasaje en avión que tenia para volver a Posadas, por uno en tren, pues no estaba dispuesto a correr ningún otro riesgo antes de volver a ver a su familia.

Pasaron los años, deje de veranear en Mar Del Plata y de verlo, se había radicado en esa ciudad donde puso toda su pasión por el golf en el cuidado de la cancha de Marayui.

Otra de sus grandes habilidades fue la carpintería.

La última vez que estuve con él fue en ocasión de cumplirse el centenario de la fundación del Golf Club Argentino. Entre las actividades programadas se invito a todas las ex campeonas y ex campeones del club a sacarse una foto en conjunto y a un té de camaradería. A Bob le habían amputado una pierna. Cuando llego al club me encontraba en la entrada y lo fui a saludar dándole un gran abrazo y a colaborar para bajarlo del remis que lo había transportado.

JP: Estabamos en reunion de Comision Directiva planificando la foto y Mariano de Bary (entonces Presidente) me dijo que fuera a ver las tablas de campeones a ver si nos estabamos olvidando de alguien y ahi vimos que faltaba Bob. Por suerte pudo venir y esta inmortalizado en la foto de los Campeones tomada para el Centenario del Club en 2005.

Luego de las fotos fuimos a tomar el té como estaba programado y me senté junto a él. Uno de los que se encontraba en la mesa le pregunto a que atribuía que hubiera jugado tan bien al golf. Pensó unos segundos y luego dijo que a sus brazos largos que le permitían levantar el palo con gran fluidez y luego descargar el golpe.

Luego seguimos hablando y recordando anécdotas y a quienes les había ganado tal o cual campeonato. De la mayoría a los que les había ganado no se acordaba incluidas las dos finales del  campeonato del Mar del Plata golf club  que me había ganado en los años 1966 y 1969 .Cuando se acordaba de alguno que había pasado a mejor  vida  decía fulano capút y
finalmente termino diciendo; -Yo próximamente capút.

Cuando se retiro me quedo la duda si realmente me recordaba pues en ningún momento se dirigió a mi por mi nombre.

A los pocos meses murió.

JP: Roberto Hume es uno de esos jugadores por los cuales quiero y admiro tanto al golf. Hay muchos de esta raza que aun juegan y uno puede seguir admirando. Son tipos no solo dotados para jugar sino con el don de mostrar como se trata a este noble deporte. Muchos de los nacidos en los 70 debemos nuestra pasión por el golf a tipos como Roberto Hume. Ojala los chicos de hoy encuentren imagenes o ejemplos como el de Bob y lo puedan seguir.

JP: Eugenio de Bary, Ex Presidente del Golf Club Argentino (hoy su hijo Juan Pablo ocupa el puesto), tuvo la suerte de vivir en Misiones y junto a Bob construir los segundos 9 hoyos del Tacuru Social y lo recuerda con un gran sentido de la palabra y como una persona con un enorme amor por el golf.


 




ricardohume | 13-04-2016

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